Por Darío Cortés.
La
nueva novela de Haruki Murakami: “La muerte del comendador – Libro 1” (Tusquets, 2018)
narra inquietantes universos que mantienen al lector atrapado y no lo suelta en ningún momento. Es uno de sus textos más heterogéneos ya que habita el mundo
de la pintura, del desamor, de los relatos sobrenaturales y fundamentalmente es
una potente historia sobre la soledad y los duelos.
Como ocurre en cada lanzamiento de alguno de sus
libros aparecen los críticos detractores de Murakami y también aquellos que lo
ensalzan por las nubes y se preguntan cómo es posible que aún no se le haya
entregado el Premio Nobel de Literatura.
Los periódicos más importantes del mundo mencionan: “Con este libro
Murakami se supera a sí mismo”, “Murakami consigue mantener una tensión
asombrosa”, algunos lo asocian a Edgar Allan Poe o a Thomas Mann con esta novela y otros
sencillamente anuncian el evento pero aclaran que posiblemente no sea su mejor
novela.
En "La muerte del comendador" hay, como en "El libro
de las ilusiones" o "La noche del oráculo" de Paul Auster, un hombre que, aislado
del mundo, intenta rehacer su vida luego de una separación repentina de su
esposa. Hecho que el personaje vive como traumático y por eso decide irse a
vivir a la montaña, a las afueras de la ciudad, a una casa del padre de su mejor amigo que también era pintor. Sin embargo, si las novelas de
Auster abundan en juegos metaliterarios, las de Murakami abren puertas y
ventanas, laberintos, pozos sin fondo en los que el lector, como la Alicia de Lewis
Carroll, se desliza en trayecto de ida y vuelta hasta que las fronteras entre
la realidad y su reflejo virtual se confunden.
En el primer volumen de 'La muerte del comendador'
(la publicación del segundo libro, según anunció Tusquets es en enero de 2019), la sencillez de la
prosa de Murakami es un juego más del autor, es un viaje por los caminos de un
presente sin mucha esperanza, es un recorrido por los recuerdos dolorosos de la
muerte de la hermana del protagonista y es la angustia del tránsito de un
pintor que se encuentra ante un lienzo en blanco, en pleno vacío creativo. Sin
embargo asoma en el relato un tinte irónico en el narrador que generalmente
aparece en primera persona y es el propio pintor al que la vida lo ha
descolocado y así como padece sus tristezas también se burla de su propias miserias.
Se puede pensar que ese estilo de escritura
informativa, por momentos plana, sea una trampa para ocultar la profundidad
infinita que albergan los temas de la novela: los temores, el vacío creativo, la página (o el lienzo) en blanco,
el desamor, la tragedia de convivir con el recuerdo de una hermana muerta y algunos sobrenaturales sucesos que va contando el protagonista. Como quien en soledad
trata de pensar mejor aquello que no pudo en los momentos críticos de la vida y
así se sumerge en un relato algo surrealista desde lo más profundo del inconsciente.
Los saltos de tiempo que consigue Murakami son admirables, trasladándose en el relato
de la nueva vida que asume el protagonista a su propio pasado, viajando de una dimensión a otra y estableciendo una
extraña amistad con un acaudalado vecino que le encarga un retrato y así comienza
nuevamente a pintar. El descubrimiento
de un cuadro oculto que pintó el dueño de la casa que lo aloja y que pertenecía
al famoso pintor Tomohiko Amada lo lleva a los universos de la ópera Don Giovanni de Mozart y su estreno en Praga, a los tiempos en que el
autor del misterioso cuadro (Amada, retirado en un asilo de ancianos) vivió en
Viena en plena ocupación Nazi.
El recuerdo de su hermana fallecida repentinamente, a causa de una extraña enfermedad es omnipresente, el narrador cuenta en pasajes conmovedores que nunca se animó a hablar con su ex esposa de su hermana y que aquello que lo enamoró de ella es
el parecido que había con su hermana. En unos pasajes con un ritmo frenético de confesionario, el personaje menciona que no soportaba los espacios encerrados
desde que vio el joven cuerpo de su hermana en un ataúd y que su ex mujer
detestaba esta fobia en vez de comprenderla y que se burlaba de él por elegir tomar escaleras en vez de ascensores. Es desgarradora la reconstrucción del final de su ex relación : "¿Cómo es posible que me haya amado por seis años y aquella noche la escuche decir: 'ya no puedo seguir contigo, estoy cansada' ? ¿Qué pasó en el medio que no me di cuenta? Un día dejó de querer tener sexo conmigo y al poco tiempo me abandonó. Todo sucedió muy rápido para mi corazón". También vuelve desde el más allá la figura de la
adolescente en las miradas de Marie Akikawa , una joven alumna que misteriosamente
está relacionada con el millonario vecino Amada.
El relato deriva de la aparición de los nuevos
personajes, de la crónica que el propio narrador hace de su pasado, se
superponen para construir un complejo palimpsesto de significados donde la
Historia, el Arte y la identidad dialogan con el talento de Murakami para
desplegarse como un juego de muñecas rusas. Es en la soledad donde el
protagonista abandonado por su mujer y con la autoestima por el suelo debe
reconstruir su vida como puede y empieza a hablar, a pintar... a escribir.
Probablemente no sea una novela con el impacto
emocional de: “Tokio Blues”, “Crónica del
pájaro que da cuerda al mundo”, “Kafka en la orilla, “After Dark”, etc pero no
decepcionará a sus adeptos y puede que con este regreso a la novela se sumen a
su lista algunos nuevos lectores luego del su tránsito de Murakami por sus últimos
libros que habitan los ensayos (“De qué hablo cuando hablo de escribir”) y
otros géneros impactantes como la reconstrucción de las historias de vida de
las víctimas del terremoto de 1995 en el metro de Tokio ("Después del terremoto").
"La muerte del comendador - Libro 1" es una recomendación para tener en cuenta.
"La muerte del comendador - Libro 1" es una recomendación para tener en cuenta.
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