viernes, enero 12, 2018

CINE | COCO, la vida es una fiesta

por Darío Cortés.

El 11 de enero se estrenó en los cines de Argentina la nueva película de Disney Pixar. A través del viaje de Miguel, nos adentramos en el país de los muertos con el objetivo de que la memoria se haga presente y para que no sean olvidados aquellos que se fueron.

“Pueden que los muertos nos traicionen al abandonarnos, 
pero nosotros los traicionamos para vivir”. 
Andrés Barba República luminosa

Si bien puede ser cierta aquella hipótesis de que los muertos suelen regresar a los sitios que amaron, a perseguir a sus victimarios o a saldar cuentas pendientes con los que los sobreviven, la propuesta de Disney Pixar hace su propia variación y a través de la historia se comprende que los vivos también necesitan respuestas. En Coco son  los vivos los que, como Orfeo, viajan a buscar a sus seres amados al país de los muertos para responder a esos interrogantes que en el plano de la vida quedaron en suspenso.

Miguel es un pre- adolescente de 12 años que se gana unas monedas lustrando zapatos en la plaza de Santa Elena, una comunidad en el interior del México más profundo.  Su mayor sueño es ser músico. Ya el punto de partida es interesante. Así como Charles Baudelaire retrató en Los ojos de los pobres un mundo maravilloso al que los más humildes no pueden acceder, así se le aparece el mundo de la música a Miguel. Pareciera que no puede soñar lo que sueña y no tiene derecho a desear ser músico o brillar como el próximo mariachi de su generación.  Miguel se rebela ante el hecho de ser un niño lustrabotas o con suerte en un futuro cercano ser un empleado más de la fábrica de calzado en la que trabaja toda su familia.

La extraordinaria película Coco tiene la particularidad de ser profunda y calar hondo en los misterios de la vida y de la muerte y también brinda la posibilidad de recibir otras lecturas. Está perfectamente pensada para niños, jóvenes y adultos porque la muerte toca de cerca a todos. Y en definitiva hablar de la muerte es hablar de la vida.

Para analizar el contexto mexicano retratado al detalle en la película es importante destacar el gran trabajo de observación de animadores, guionistas, director y staff creativo por captar los tópicos mexicanos, aunque a veces se excedan en clisés. Es decir, la idiosincrasia mexicana que se captura en la película es tan así y no es tan así. Lo que si es cierto es que posiblemente cada 2 de noviembre suceda en México un fenómeno que no ocurre en ninguna parte del mundo y que tan bien supo describir Octavio Paz en Los laberintos de la soledad.

La película muestra un pueblo con todos los elementos de tradición mexicana en su esplendor. Feria de comidas en la plaza, puestos varios, luces de colores, adornos coloridos, mariachis tocando para quien quiera oír y sumarse a cantar, tacos en cada esquina, artesanías únicas y bellas hecha animación: casi una puesta en escena para el turista - espectador.

Miguel lustra las botas de un mariachi que lo anima a seguir su sueño. Se resiste a pelear por aquello que quiere y no rendirse ante lo que la familia tiene pensado para su destino. Más allá de la clase social a la que pertenece, la música está prohibida por un taboo familiar del pasado. Algo que desconoce y que solo los muertos pueden responderle.  Miguel decide entonces indagar en la historia de su bisabuela Coco: lo poco que sabe es que su tatarabuelo abandonó la casa para seguir una vida bohemia al compás de la música. Desde ese día su tatarabuela (la madre de Coco) no quiso saber nada con la música en su casa y eliminó todo objeto que le traiga un recuerdo musical. Apenas hay una foto de los 4 años de Coco cuando su tatarabuelo las dejó para irse de gira, la foto está recortada y al músico le falta la cara. Demasiados interrogantes para Miguel. Se pasa las tardes mirando videos del galán del siglo de oro del cine mexicano Ernesto De la cruz (“¿será ese mi tatarabuelo?” Se pregunta). Cuando su abuela Elena descubre este escondite lo hace trizas y le pide que abandone esas ideas y se disponga a armar el altar del día de muertos. En el altar hay fotografías de todos sus tíos, abuelos, primos y demás familiares que murieron, menos el de su tatarabuelo. En la ofrenda hay pan de muerto, flores de cempasúchil, adornos, bebidas y demás objetos preciados por los muertos “para que cuando vengan al país de los vivos no les falten las cosas que más apreciaban”. Miguel decide romper las reglas y visitar la tumba del famoso De la Cruz y recuperar su histórica guitarra para seguir tocando porque la musica le da sentido a su vida. A través de su deseo por buscar en los rastros de sus antepasados, se abre una puerta en la otra dimensión y Miguel puede visitar el país de los muertos con la ayuda de su perro xoloitzcuintle (la raza ancestral de perros mayas sin pelos, mirada dulce y lengua inquieta que se conservó gracias a criaderos especiales. Según cuenta la leyenda acompañaban a los vivos en el puente hacia la muerte) son los que velan por el alma de sus dueños y eran los favoritos de Diego Rivera, Frida Kahlo y muchos mexicanos. Una vez en el país de los muertos Miguel se cruza a la mismísima y eterna Frida que diseña el arte del gran espectáculo de De la Cruz. Allí se encuentra con un huesudo amigo que era músico del famoso. Se ofrece a ayudarlo.

El mundo de los muertos – así como bien lo retratara Tim Burton en El cadáver de la novia – parece ser más “vivo” que el de los vivos: es más intenso y esplendoroso, hay diversión sin fin y la ilusión de visitar el país de los vivos una vez al año es lo que le da sentido a ese universo. Los coloridos y pinchudos animales voladores fluo son las conocidas criaturas fantásticas mexicanas llamados alebrijes  (figuras que un artista en Oaxaca veía entre sueños, los materializo y así creó un estilo de artesanía único) funcionan como dragones protectores del mundo de los muertos. También allí las diferencias de clases sociales no están ajenas, como en todo México hay lugares para muertos más pobres y muertos más ricos. Así es como Miguel va atravesando diversas aventuras hasta encontrarse cara a calavera con su tatarabuelo.

Lo criticable de la película es el doble discurso que vende con la recurrente frase:  “vive tu momento” algo así como un mensaje exitista hijo de la meritocracia. Parecería ser que no importa cómo pero lo que tienen sentido es la fama y una vez más confundir a los más jóvenes en eso de que todo lo hace la suerte y no hay que formarse artísticamente, por mas que Miguel por momentos luche contra esta idea. De todas maneras la película deja una sensación muy agradable. Es uno de los mejores filmes de animación de los últimos años y uno de los más logrados de Disney Pixar.

La banda sonora es variada y participan desde Carlos Rivera hasta Marco Antonio Solís. El doblaje de voces va desde Gael García Bernal a Karol Sevilla para recorrer grandes éxitos de la música ranchera mexicana y algunos boleros mariachi.

Hay una idea esencial que sobrevuela en la película, si bien no deja de ser un film de animación. El espíritu mexicano está presente en ella, para entender México hay que haber estado allí. Pasar un 2 de noviembre de panteón en panteón es una experiencia única como lo es ver esta imperdible película. Allí en el México real y en el de la película se mezcla la alegría y el dolor, los ricos y los pobres (o no se mezclan más bien pero están), lo colorido y lo desteñido, la música y el silencio, lo triste y lo feliz. La película – al menos a algunos – nos hace pensar en qué es lo que pasa con los derechos de aquellos niños que no nacen en los mejores contextos y que aun así – en México  y en cualquier parte - tienen derecho a realizar sus sueños.  Para los adultos puede suponer una interesante reflexión sobre cómo se construye la historia, la memoria histórica, los líderes y las estrellas con pies de barro. Y sobre la necesidad de dialogar con los muertos como única posibilidad de supervivencia y para construir las visiones redentoras de la Historia y de esa memoria que constituye una herramienta contra el poder y los discursos hegemónicos (como escribió alguna vez Milan Kundera: "La lucha contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido").

La película es un canto a la vida, a una vida llena de contrastes y dificultades pero maravillosa. Por eso como se dice por aquellas tierras: ¡Viva México! ¡Y viva la vida y la muerte llena de colores!

Créditos:

Película: Coco (2017)
Producida por Disney Pixar
Estreno en Argentina 11 de Enero 2018
Director: Lee Unkrich
co-director: Adrián Molina

7 comentarios:

  1. La Memoria como camino de la vida, tan necesaria en latinoamerica..Recordarnos para no perdernos.
    Hermosa y reconciliadora historia, que moviliza nuestro pasado tan presente. ¡¡Viva Mejico Cabrones!! Y vivan Ustedes dos tambien! Exitos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. gracias por tus palabras y por estar ahí leyéndonos, brillante Estrella :)

      Eliminar
  2. Bienvenido espacio, y ya tengo ganitas de ver esa peli, abrazo para los dos!!!

    ResponderEliminar
  3. Bienvenido espacio, y ya tengo ganitas de ver esa peli, abrazo para los dos!!!

    ResponderEliminar
  4. Muy linda critica, excelente blog felicitaciones!!!

    ResponderEliminar

TEATRO | DANZA MACABRA, maravillosa y decadente destrucción

Por Darío Cortés. En un universo que se mueve como un vaivén catastrófico y esquizoide, se planta este destacado monta...