por Adrián Melo.
Las estupidez masculina y las nuevas mujercitas. La literatura rioplatense se suma a la larga
lucha de las mujeres. En su compilación, Hombrecitos improvisados de apuro. Cuentos de mujeres rioplatenses,
la escritora y ensayista uruguaya Ana Grynbaum se une a escritoras de ambos
márgenes del río de la Plata para plantear y aportar nuevas formas de
resistencia de las mujeres a partir de la literatura.
Los relatos
compilados por y a partir de la idea de Ana Grynbaum en Hombrecitos improvisados de apuro. Cuentos de mujeres rioplatenses,
parten de una consigna que lleva el aire de los tiempos y de luchas
reivindicatorias contemporáneas: hacer ficción acerca de la estupidez masculina
en los vínculos eróticos y amorosos. Haciendo justicia poética o burlándose
quizás de los cupos que generalmente tan graciosamente otorgan los hombres a
las mujeres en los espacios sociales –y renegando también de mí que al
enterarme de la convocatoria y comportándome cual hombrecito improvisado de
apuro me ofrecí a escribir sobre la
estupidez masculina como si ésta fuera lo mismo para los gays que para las
féminas-, las ficciones están escritas en su totalidad por mujeres y el cupo
igualitario no es por género sino por nacionalidad: 16 autoras uruguayas y 16 autoras
argentinas.
La
selección de relatos -29 en total-, la mayoría inéditos y realizados
especialmente para este libro, se acompañan de un prefacio ejemplar de
Grynbaum, que funciona poderosamente casi un manifiesto literario iniciático
fuertemente imbuido entre teóricas como Rita Segato, entre otras. Escrito en
primera persona Grymbaum quien es psicoanalista y escritora de bellísimas
novelas y de un erudito ensayo sobre sadomasoquismo y esposa de Ercole
Lissardi, escritor de ficciones eróticas, señala que comenzó a experimentar el
machismo en carne propia con la publicación de sus primeros libros. La
dominación masculina se presentaba cual lobo disfrazado de cordero: “Tus
ficciones son tan ágiles que no aparecen escritas por una mujer” o “Cuando me
preguntan por escritoras uruguayas te menciono”. Y revela que, como suele
suceder, a la hora de la crítica literaria era comparada exclusivamente con
otras mujeres. Frente a este statuo quo,
Grynbaum publica un libro con autoras de su propia elección.
En el prólogo
y descreyendo de la abolición del género tan solo mediante la implementación
del lenguaje correcto, Grynbaum propone más bien analizar las palabras del
vocabulario vigente “para darnos cuenta de cómo formatean nuestras ideas del
mundo, abriéndonos o cerrándonos posibilidades. A su vez aclara que
espontáneamente y no porque ella haya censurado o dado alguna indicación,
ninguna autora envió para el libro ningún texto escrito en lenguaje inclusivo.
A su vez y partiendo de la idea difundida por Foucault de que el poder se toma,
Grynbaum deja en claro que no tampoco le suena bien la idea de empoderamiento
femenino porque éste encierra en sí mismo la idea de incompletitud femenina, de
que las mujeres son seres incompletos. También el empoderamiento puede implicar
tomar un poder que dentro de las sociedades patriarcales pertenece a los
hombres y no ese el propósito. No a una dictadura de las mujeres –aunque quizás
y esto es personal nos haga falta un período de terrorismo femenino como en
todo proceso revolucionario para barajar y dar de vuelta- sino crear algo nuevo, algo distinto, que no
implique un nuevo sistema de opresión. En este sentido, la literatura y por
ende este libro cumple un papel primordial porque quien sino el campo literario
es el que piensa, crea y recrea nuevos e imaginativos mundos.
Si el
planteamiento inicial: “la estupidez masculina” suena a batalla de los sexos o
guerra contra los hombres, cabe señalar que no hay en los relatos un espíritu
combativo contra los hombres. En todo caso la imposibilidad de relaciones
disfrutables, de encuentros eróticos o amorosos placenteros de los relatos
surgen tan pronto de varones que confunden el mundo con su cabeza (“estos
hombrecitos” que al decir de Grynbaum para los cuales “el pene, o mejor dicho lo
que ellos en su megalomanía fantasía que su pene es, se encuentra en el centro
de su cerebro u de ahí lo proyectan sobre el mundo” tal como aparece
graciosamente en su propio relato “Entre la Gloria y la Chiquita”” donde un
hombre dialoga con su pene que se siente celoso de la mujer de la que
eventualmente pudiera enamorarse”), como de tanto hombres como mujeres que
encuentran dificultades para comprender a quien se desea, esa cuestión tan
inaprensible como poética y misteriosa (Reproducción
automática , El cielo clareaba como una despedida de María Ferreyra, Domesticidad de Michel Marx). En todo
caso las mujeres no aparecen inmaculadas en los relatos y las relaciones entre
hombres y mujeres están viciadas para los sexos en las sociedades falocéntricas
por la voracidad por el poder o el dinero y complejizadas aún más por el auge
del cuerpo perfecto y las nuevas tecnologías (Virtual de Alejandra Allmendiger o Correr para nada de Lía Schenck). “No es en contra de sino a favor”
de cambios en las relaciones humanas es como se erigen estos relatos.
El título
de la obra fue inspirado por Mujercitas y
Hombrecitos, los clásicos de Louisa
M. Alcott, que tal como señala la autora
revisitados por el interesante ensayo de Anne Boyd Rioux El legado de Mujercitas. Construcción de un
clásico en disputa aportan nuevas maneras de leer esos libros canónicos en
conjunción con las Memorias de un
neurópata de Schereber. A ellos se les sumo el “improvisado” y “de apuro”
que les da un toque de humor, aunque frecuentemente ácido, amargo y
desencantado que anida en varios de los relatos. A esos títulos me atrevería a
agregar como inspiración inconsciente uno de tantos calificativos perdurables,
que la extraordinaria Alfonsina Storni le asignó a los hombres en un poema
destinado a hacerse célebre: “Hombre pequeñito”.
A riesgo de
ser injusto–aunque se suma a la injusta la atribución masculina que me tomé de
realizar la crítica de este valioso libro que parece una vindicación por haber
sido justa y graciosamente negado para participar de él-con la variedad de
ficciones donde abundan el humor, el dramatismo pero sobre todo la imaginación
de la que solo son capaces las mujeres, creo que uno de los relatos, entre
tantos, que resume el espíritu de Hombrecitos…,
es Chupar de Leticia Martín. En él, a
la protagonista principal y narradora se le manda a hacer algo que le gusta
“pero fuera de contexto”. “Chupame la pija”, le ordenan en pleno almuerzo
familiar y delante de su hija. A la narradora le encanta chupar pijas, repite y
eso le da pie para indagar y analizar sobre la naturaleza del insulto. Lejos de
ser “algo esmerado”, una ofrenda o una situación de sometimiento, es algo que a
la narradora mujer le produce disfrute y excitación. Sin embargo, la
protagonista elige no aceptar el ofrecimiento ni responder de manera
provocativa, como sería entre tantos ejemplos:
“Dale, machito. Bajate el pantalón y te la chupo. Acá delante de todos”
o “Chupáme la concha”, con la convicción quizás de que esos gestos lejos de
parecerle actos lingüsticos de resistencia solo emulan el lenguaje de los
hombres. No responde al machismo con hembrismo. Lejos de eso, la mujer prefiere
ir a hacer algo que no le gusta: ir a lavar los platos. Y de esa manera está haciendo lo inesperado. Por empezar está
haciendo algo que el hombre no le ordenó y la aparente docilidad y sumisión
entonces se transmutan en formas de rebeldías imaginativas y creativas que son
las plausibles de desconcertar y trastocar el sistema patriarcal.
Siguiendo la tradición de Amalia, novela fundante argentina escrita por un hombre, que
transcurre entre Argentina y Uruguay y que, como señala Doris Sommer en Ficciones fundacionales es fuertemente
constructora del género y del papel de los varones y las mujeres en su
narración de la historia de amor heterosexual de Amalia y Eduardo Belgrano,
estas ficciones escritas por una variedad y polifonía de mujeres a ambos lados
de las costas rioplatenses pueden funcionar, sin duda y sin exageración, como
fundantes de nuevas formas de pensar los géneros, el erotismo y las
sexualidades y nuevas formas creativas de amar y sentir.
Hombrecitos
improvisados de apuro. Cuentos de mujeres rioplatenses. 32 autoras uruguayas y
argentinas actuales narran las formas masculinas de arruinar los vínculos
erótico- amorosos. Idea, selección y edición de Ana
Grynbaum, Editorial Muerde Muertos,
Buenos Aires 2019)
No hay comentarios:
Publicar un comentario