jueves, febrero 01, 2018

TV | BATES MOTEL, mamita querida



Por Adrián Melo. 

En la serie producida por Universal Studios y A&E (2013-2017) que se puede ver por Netflix, el paradigmático personaje Norman Bates se supera a sí mismo y a todas las normas. Desde agosto se suman los nuevos capítulos de la quinta y última temporada de la lograda serie que remite al universo creado por Hitchcock en su legendaria película "Psicosis".

No es por pecar de prejuicioso, pero Norman Bates siempre tuvo cierto tufillo a gay. No solo por la relación especular, ese lazo indisoluble que mantiene con su represiva madre Norma hasta que ni siquiera la muerte los separe, ni porque el actor icónico que  lo interpretó recurrentemente haya sido el galán y ¡tan gay! Anthony Perkins; ni porque Norman se travista; ni porque Norma haya separado sexualmente a su hijo del resto de las mujeres, ni porque el joven matricida y asesino de señoritas sensuales sea tan ambiguamente afeminado en sus gestos y modales. Tampoco es solamente porque la escena que abre la inolvidable Psicosis (1960) de Hitchcock –a la que le siguieron las olvidables secuelas de la década del ochenta- sea  John Gavin (por quien debió suspirar de deseo Perkins) luciendo su musculoso torso desnudo.  La novela de suspenso escrita por Robert Bloch fue publicada en 1959 y el mismísimo Hitchcok compró los derechos por solo 5.000 dolares. Cuando decidió dirigirla se encargó de comprar los ejemplares que quedaban en librerías para no develar el famoso crimen ocurrido en la ducha. El personaje está inspirado en Ed Gain, un famoso asesino en serie y ladrón de tumbas en los Estados Unidos por aquellos años.

El homoerotismo y la homosexualidad en Norman Bates e incluso de toda Psicosis simplemente flotan en el aire. No casualmente nada menos que el cineasta Gus van Sant decidió en 1998 recrear y copiar plano por plano la obra maestra hithcockiana suplantando eso sí en este caso a Gavin por una belleza más canónica de los noventa como es Viggo Mortensen.

Bates Motel, la serie televisiva que toma la arriesgada decisión de transcurrir en la actualidad del siglo XXI y que sin embargo es una precuela de los hechos narrados en el film a principios de la década del sesenta del siglo XX (de hecho la estética oscila maravillosamente entre las dos épocas creando un ambiente fantástico) se centra en la edípica y enfermiza relación entre la posesiva Norma (Vera Farmiga) y  el psicópata Norman (Freddie Highmore). Un guión extraordinario con constantes guiños a la película referente y a la cultura pop, con mucho de melodrama y terror pero pleno de gags es interpretado con talento por los protagonistas al punto de que llega a conmover la perversa relación edípica devenida en una historia de amor que nada tiene que envidiar a Cumbres Borrascosas de Emily Bronte a pesar de que en el camino un adolescente con problemas se metamorfosea en asesino serial.

La ficción televisiva pone en palabras las elipsis y aquello que el guión de Joseph Stefano y  Hitchcock prefirieron no explicitar o sobre que lo que tuvieron una respuesta más conservadora. Allí donde el psiquiatra forense de la película afirmaba que  un travestido es “un hombre vestido de mujer para conseguir satisfacción sexual”  pero en cambio Norman solo se traviste “porque está haciendo todo lo posible por mantener viva la ilusión de que su madre viva”; el Norman Bates de la serie usa ropa interior femenina y en el nombre de la Madre gime en un auto ante las embestidas de un efebo.

Y la fruta del postre. El orgasmo para todo gay que se precie de tal y que ame Psicosis llega en su quinta temporada. Y no se trata de que Marion Crane, que en su momento inmortalizara Janet Leigh, sea interpretada por Rihanna. Sino que la escena del crimen de la ducha que hizo poner la piel de gallina por el terror a incontables espectadores y que encendió las fantasías sexuales hasta el onanismo de otros tantos incontables no tiene a Marión como víctima sino a Sam Loomis. En unos minutos que hubieran deleitado a Mishima, el actor Austin Nichols, pone bajo el agua su metro noventa y uno y su cuerpo moldeado por los músculos para ser penetrado una y otra vez por el cuchillo del efebo Bates. Es el único crimen que Norman no le imputa a su madre y que reconoce como propio. Quizás la necesaria expiación autoinfligida tras el goce anal en el auto materno. Lo que queda es sin dudas, una escena sadomasoquista que tiene su cúspide ante la vista de Loomis.


Pero Bates Motel es mucho más aún. Por un lado, narra de una manera novedosa el fracaso del sueño americano. Por otro lado, hace que en cierta forma, celebremos el matricidio, el parricidio, las relaciones cuasi incestuosas entre madre e hijo, y las relaciones incestuosas entre hermanos, que junto con un hijo fruto de éste último ¿amor? –que es a la vez hijo y sobrino de sus progenitores-conforman la familia más queer, repulsiva, siniestra y emotiva que haya visto jamás en una serie televisiva. Es inolvidable el capítulo en el cual este grupo munido al pretendiente de Norma (Néstor Carbonell) y a otros personajes raros deciden celebrar una última cena profana. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

TEATRO | DANZA MACABRA, maravillosa y decadente destrucción

Por Darío Cortés. En un universo que se mueve como un vaivén catastrófico y esquizoide, se planta este destacado monta...