Por Darío Cortés.
El loco y la camisa –
los jueves en el teatro El Picadero – es una creación del prestigioso y
reconocido grupo Banfield Teatro Ensamble, dirigido por Nelson Valente. Una propuesta imperdible
que transporta al espectador de la comedia a la angustia en una velocidad de luz
y permite reflexionar acerca de los vínculos familiares y de qué se trata la “normalidad”.
“Prefiero una locura
que me entusiasme y me dé algún motivo para seguir
a una verdad que me deje
abatido y solo”
Christopher Wieland
(Joven guionista estadounidense, autor de “The
rest of your life -2001-”)
La “locura” como temática constitutiva de la literatura (y específicamente
del género dramático) es un contenido que nació como resultado de la evolución
del hombre. Si bien podríamos señalar personajes que estaban “locos” o hacían “locuras”
en las comedias de Plauto o Menando en la Antigüedad, es a partir del Renacimiento
cuando el hombre se auto percibe como sujeto y a partir de allí uno de los
temas recurrentes en todas las formas literarias es la locura o el loco que antes era
motivo de burla o comedia, a partir de esta etapa dentro de la periodización, el
loco también es un sujeto que siente y la locura es un estado en el que
cualquiera podría “caer”.
En pocas disciplinas artísticas se ha dado tanta rienda suelta
a la locura como en el teatro y a su encarnación en la figura del loco. La atracción
(mezcla de fascinación y rechazo) que el ser humano siempre ha sentido por
aquellos individuos que al tener las facultades mentales alteradas, se los ha
considerado ajenos a las normas sociales establecidas encontró un espacio de
florecimiento ideal en el teatro (género que en el Renacimiento heredó gran
parte de su idiosincrasia en la tradición carnavalesca). Desde Erasmo de Roterdam y su “Elogio
de la locura” (1511) hasta Cervantes y “El Quijote” (1605-1615) la figura del
loco es introducida en las historias
como aquellos seres que perdieron el juicio o alejaron al individuo de la razón.
En la obra “El loco y
la camisa” (que se presenta desde 2009 en diversos puntos de Buenos Aires y
el mundo, con sendas premiaciones, actualmente se puede ver en el teatro El
Picadero los jueves a las 22.15hs) se ven pinceladas de esta emblemática figura
o personaje que pone en funcionamiento esta historia sobre una familia que
parece constituida barranca abajo. Es decir, no es una familia venida a menos sino un grupo humano que desde su constitución
o por la singularidad de sus integrantes se empezó a caer desde el vamos. “El
loco” en este caso es el otro, el que puede generar el peligro y puede desatar
alguna catástrofe. El otro o el loco es una bomba de tiempo que no es posible controlar,
porque siempre va a ser una amenaza, porque aparentemente como dice su hermana:
“siempre lo arruina todo”. Por eso Beto, el loco (impecablemente interpretado
por Julián Paz Figueira), es tan incómodo
para todos – menos para la madre de esta entrañable y decadente familia –. Para
la madre (interpretación conmovedora de Lide
Uranga) el loco puede ser visto, mimado,
comprendido e incluso tenido en cuenta más allá de la intimidad diaria familiar.
O como ella misma dice: “¿Qué querés que hagamos con él? ¿Le ponemos un collar
de perro y lo dejamos atado en la terraza? ¿Eso querés? ¿Qué nadie lo vea?”.
El argumento de la obra es claro y simple: hay una familia integrada
por un matrimonio de sesenta años ya vencido, una hija arañando los 30 y un
hijo menor de veintialgo que sufre algún tipo de trastorno mental. El conflicto
surge cuando la hija (en la piel de Soledad
Bautista como la negadora hermana que igual quiere a su hermano loco) invita a su prometido a cenar a casa. El
muchacho (José Pablo Suárez) vendrá desde
San Fernando a Banfield y se crean situaciones tan artificiales y horrorosas
que tal vez, desatada la catástrofe, convendría para la muchacha mostrar la realidad de su familia tal como es. Pero como se dice allí:
“la verdad, duele”. El primer acuerdo es que el loco no se asome de su habitación.
La trama es simple y compleja al mismo tiempo, la cantidad de conflictos van
creando capas de intimidades entre madre e hijo, entre hermana y hermano, entre
esposo y esposa o entre hijo y padre (Ricardo Larrama) que para protegerse de
todo aquello que lo acorrala, miente, grita, pega y se enfada por cualquier cosa. El
loco se mueve como puede en esta familia disfuncional (o ¿existe la familia funcional?).
El texto – creado entre Nelson Valente y los actores - pone de manifiesto que al
loco mejor no molestarlo, mejor no alterarlo, mejor dejarlo tranquilo porque
puede pasar cualquier cosa. Y sobre todo que no hable porque a veces, cuando no
desvaría, dice verdades que duelen demasiado.
La violencia que está presente en la obra, sorprende porque
está al borde de lo tragicómico. A veces se hace manifiesta en acciones,
palabras, en sucesos del pasado dentro de la historia familiar o en anécdotas
del presente en la oficina donde trabaja el padre. El sometimiento de las
mujeres al servicio del líder patriarcal deja secuelas en el propio Beto. Acá
las mujeres no toman decisiones, acá importa lo que piensan los hombres, aunque
estén locos. Incluso Beto manipula a las mujeres de la casa desde su propia
conciencia e inconsciencia de los hechos que se presentan.
La obra lleva al espectador a preguntarse: ¿Quiénes son los
locos? ¿Quién es el loco y quién es el cuerdo, realmente? Y esas preguntas son
aplicables a esta familia que es una reducción de una comunidad y también son extensibles
a la sociedad.
Es destacable el trabajo de Nelson Valente como director capitán de este barco-compañía. Si aún
no viste la obra, es interesante tenerla en cuenta. Si te gusta el teatro realista
que narra historias con la nobleza que define al teatro independiente a pulmón, de buena calidad, deberías verla. El teatro El Picadero constituye, en este sentido, un espacio de oxígeno en
esta cada vez más asfixiante Buenos Aires y en una cartelera de teatro
incierta, con comedias que no invitan a la reflexión. Por eso “El loco…” es una excepción y un
hallazgo. El ojo crítico del destacado productor Sebastian Blutrach para seleccionar espectáculos interesantes y
hacerle un espacio a las obras que nacieron del off y se merecen otra
gran vidriera, como “Mi hijo camina un
poco más lento” que también se presenta en la misma sala es una razón más que celebrable. Esta
programación se agradece. Es algo excepcional, el hecho de que haya espacio en el circuito comercial para historias de calidad y a corazón abierto que dejan un sabor a esperanza e invitan a la comedia para poder pensar.
Créditos:
EL LOCO Y LA CAMISA
Todos los jueves 22:15 hs. en el Teatro El Picadero
Dirección: Pje. Santos Discépolo 1857, C.A.B.A. Buenos
Aires. Argentina.
Teléfono: 5199-5793
Web: www.teatropicadero.com.ar
Ficha técnica:
Elenco: Soledad Bautista, Julián Paz Figueira, José Pablo
Suárez, Ricardo Larrama, Lide Uranga
Diseño escenográfico: Luciano Stechina
Fotografías: Mariana Fossatti
Diseño gráfico: Clara de Olano / Mariana Fossatti
Dramaturgia: Nelson Valente (diálogos en colaboración con
los actores)
Contacto: prensaelloco@gmail.com
Redes:
Twitter: @ellocoylacamisa
Facebook: El loco y la camisa